...y feliz vida.

No me gusta la navidad. No me gustan los cotillones, las calles llenas de gente despistada, la nochebuena, los reyes, el roscón, la maratón de mensajes y felicitaciones, una celebración y otra y otra... Hace mucho que perdí ese espíritu navideño del que todos hablan. Este año sólo he sentido esa magia en los ojos de Chloe el día que Papá Noel llegó a casa.

Sí me gusta la noche de fin de año. Pero sólo esos últimos 5 minutos donde se siente que un año se esfuma y empieza la aventura de otro nuevo. Eso sí. Eso me llena de magia, de supersticiones, de energía de la buena. 

Pero este año, esos últimos minutos y los minutos siguientes han sido duros, tristes. He sentido el vacío en mi y sobre todo en mi abuela, mi madre, mis tíos... Me he comido las uvas con mi hija en las rodillas, lágrimas en los ojos y mirando al cielo, esperando que él estuviera con nosotros de alguna manera. Una vez más, creí que iba a ser fuerte, pero no...

He estado muy susceptible con mi familia estos últimos días. Ahora entiendo que eran nervios. Nervios de esa última celebración sin él. De esa última reunión en la que sabía que habrían mares de lágrimas. Y he sido muy egoísta con ellos. Lo siento.

Las ganas de permanecer unidos, me fascina. Las ganas de ver a mi abuela sonreír, me derrite. Pero realmente, es una época muy muy mala para mi. Porque no me gusta la navidad. No me gustan los cotillones, las calles llenas de gente despistada, la nochebuena, los reyes, el roscón, la maratón de mensajes y felicitaciones, una celebración y otra y otra... Y este año menos.

Pero ya está. Se acabó. Hemos superado esa noche y ya es día 1. Ya es 2013. Y tengo amor, una hija que es un ángel, la mejor familia del mundo. Tengo proyectos fascinantes y ganas de recoger todo lo que he sembrado. Y cuando lo recoja, miraré al cielo con lágrimas en los ojos y te lo dedicaré a ti. Porque sin ti, nada de ésto hubiera sido posible.

Feliz año y feliz vida.