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Si hubiera vivido esta explosión internauta a mis 20, probablemente hubiera tenido un blog de esos en los que poner cada uno de mis pensamientos, ilusiones, alegrías, desgracias, celebraciones... Porque todo eso lo tengo guardado en una carpeta. En papel y boli. Con fecha de hace casi 15 años. Pero me da la sensación de que el hecho de madurar (hecho con el que tengo sentimientos encontrados), hace que prefiera guardar esas sensaciones para mi y para compartir con mis amigos y varios mojitos.

Estoy en una etapa que está a punto de explotar, maravillosa, llena de ilusiones, de proyectos, de buenas noticias diarias con respecto al trabajo. Pero algo me frena a compartir cada palabra que me pasa por la cabeza. Algo me hace guardar rabiosamente mis cosas para mi y mi gente. Y así me siento mejor. 

No sé si éste es un post bonito o deprimente. No sé si el hecho de acabar de cumplir 33 años me hace cada vez más despegarme de la adolescente que trato de esconder porque tiene más ganas de salir que yo misma (en ese caso sería un post bastante deprimente). O no sé si es que simplemente esa adolescente quiso abrir este blog para jugar un rato, pero realmente no tengo ni el tiempo ni las ganas de actualizarlo con cada movimiento que hago en la vida. No sé ni cuánta gente lo sigue, no sé ni si alguien lo lee con interés alguna vez, pero creo que sólo quiero escribir aquí como si fuera para mi. Sólo cuando las palabras realmente necesiten salir. Sin necesidad de hacerlo cuando me lo pidan ni sentirme obligada a ello...

Parece, pero solo parece, un post deprimente. Pero lo que vengo a decir es que estoy feliz con lo que ha sido y será. Que no va a ser poco. Así que, permitanme celebrarlo con los míos. Y gracias por leerme, si es que hay alguien por ahí.